La Universidad popular

Paisaje zapatista, por Diego Rivera

Diego Rivera. Paisaje zapatista. 1915. Óleo sobre tela. 144 x 123 cm.

En la inauguración del XVII Congreso ALAS, realizada en el Aula magna de la Facultad de Medicina, un grupo de estudiantes interrumpió al Rector de la UBA, Rubén Hallú, cuando este se disponía a dirigir su alocución. Los manifestantes, unos 15 ó 20 jóvenes, intentaron explicitar su reclamo: la Universidad había aceptado, a espaldas del movimiento estudiantil y de la comunidad, un fondo de más de 3 millones de pesos de la minera La Alumbrera, cuya actividad contaminante y depredadora en Catamarca es públicamente conocida y denunciada penalmente.

Quiero detenerme en un verso del cántico que entonaron los chicos: «la Universidad del pueblo no se vende/ se defiende».

¿Qué significa «la Universidad del pueblo», «Universidad popular» o cualquiera de sus variantes que tan frecuentemente escuchamos? Según el Censo Universitario 2004 (1), la UBA tiene 297.639 alumnos, de los cuales descontando el CBC quedan 218.955. Pensando que en ese entonces la Argentina tenía 38 millones de habitantes, los estudiantes de la UBA representan el 0,58% de la población. Esta es la Universidad del pueblo.

Los estudiantes universitarios somos una minoría. Lo que sin quererlo terminaron de confirmar los compañeros militantes el 31 de agosto es que nos seguimos creyendo, además, la minoría ilustrada. Nosotros somos los que sabemos qué le hace bien al país; Nosotros somos los que venimos a responder al llamado (¿popular?) de «¿y ahora quién podrá defenderme?», levantando nuestras banderas contra la explotación de los recursos naturales.

El 54,38% de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, en 2004, declaró provenir de un colegio secundario privado, contra solo un 40,5% de públicos. Esta es la Universidad del pueblo.

Terminando de leer el libro de Hoggart encontré una frase que me iluminó sobre este asunto de democratizar la Universidad y todo eso. Dice Hoggart que en todas las clases es una minoría la que persigue intereses intelectuales. Yo también estuve en la casa de uno de aquellos chicos que cantaban, discutiendo sobre la visión del marxismo de Castoriadis. Pero la siguiente oración remata: «Hay otras maneras de llegar a la verdad» (2).

Podría pensarse, siguiendo a Hoggart, que para las clases populares la Universidad no representa lo mismo que para nosotros, blanquitos de clase media palermitanos. Ellos tienen otras maneras de llegar a la verdad (o la felicidad, ¿que es lo mismo?), y a mostrar eso se dedica el libro. ¿Por qué tenemos que venir a decirles, a llevarlos a este lugar al que nunca les preguntamos siquiera si querían venir? Porque es mejor para ellos. Objetivamente. Porque es la única manera de llegar a la Verdad.

Esta es la Universidad del pueblo.

(1) Se puede descargar aquí (25 MB).

(2) Richard Hoggart, The uses of literacy, Boston, Beacon Press, 1961, p. 276.

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