No me pidas plata, honey honey

Beck con los Flaming Lips, en un recital en la ciudad de Austin (EEUU), 11 de noviembre de 2002.

Bueno, vamos, tengo unos minutos para escribir este post antes de que esté la comida. A ver, escuchen esto:

«Ohhhh, honey honey». El último disco de Mompox… Antes ya lo tocaban este, me acuerdo del estribillo; era menos electro. Como dijo una amiga, thumbs up.

Me pasó mi amigo Pablo un recital de Beck de 2002. Parece un programa de televisión (nombre: Austin City Limits). Es de la época de Sea change, su disco de ese mismo año. Escuché Sea change cuando estaba haciendo la investigación para los 10 mejores discos de la década de 2000. De inmediato supe que iba a estar.

La mirada del tipo cuando entra. Cuando cambia de guitarra. Cuando presenta los temas. Te das cuenta de que está quebrado emocionalmente. Sea change lo compuso luego de separarse de una novia de años, etc. Y el tipo tiene esa mirada cansina que salta al mismo tiempo que hace sonar la armónica (¿hay un instrumento más triste que la armónica blusera?)

Después hace un tema con armónica, palmas del público y canta solo. «Un pie en la tumba», dice.

«Agarrá el volante/ que comience la era dorada./ Bajá la ventana/ que te bañe la luz de la luna», dice.

«Por fin solo», dice.

Pero después invita a Wayne Coyne y a los Flaming lips en pleno (incluido su baterista Cliff, a quien Pablo conoció paseando por Puerto Madero y se mostró sorprendido, casi flasheado, de que alguien en Buenos Aires, Argentina, culo del mundo, lo reconociera por la calle). Y se pone feliz. Como un payaso: triste/feliz.

Y la rockean. Eso es un artista, varios artistas (¿varias artistas?) Sí, sabés que estaba hablando con Fernando Ruiz Díaz, el otro día, y le dije Fer, se me fueron los músicos de vacaciones, ¿no querés decirle a los Catupecu y hacemos una gira?

«Ahora tengo una banda», dice.

¿Hace falta el dolor para producir semejantes resultados artísticos? No hablaría muy bien de la humanidad. Aunque Discépolo escribía tangos de angustia y llanto cuando todavía usaba pantalones cortos. Todo se puede. Y tampoco queremos terminar como Cobain. Pero en el caso de Beck, lo magnífico es que te tira una fiesta como Midnite vultures, un bajón exquisito con Sea change, y vuelve a la deformidad del baile con Güero. Sigue para adelante.

Oooohhhh, honey honey

A comer.

SEA CHANGE (2002)

Sea change, de Beck, fue publicado simultáneamente con cuatro tapas distintas.

Voy a poner Sea change por Midnite vultures. A ver si se entiende. Venía escuchando Sea change, me gustaba, sí, pero algo me decía que un lugar en esta lista le quedaría grande. Pero hoy, que escribo esto (que no es hoy que lo publico y lo leen ustedes) lo escuché y después puse Midnite vultures (1999): dije “ya está, por este disco tengo que ponerlo”. Ojo: si Midnite vultures hubiera salido en 2001 y Sea change en 2004 no sé con cuál me quedaba…

Otra vez un disco bajón: sí, qué le vamos a hacer. Sea change es un disco de separación, un disco de dolor. “No es nada que no haya visto antes/ pero aún me mata como lo hizo antes”, aúlla en “End of the day”. Nunca había escuchado un disco tan depresivo en mi vida, y miren que pasó Radiohead, pasó Eliot Smith. Pero Beck es distinto, es el bajón después que pasó, no parece un disco… no sé, no es “desgarrador” como “Paranoid android”, que te querés tirar abajo de un puente. Es más tranquilo esto: y peor.

La producción de Nigel Godrich (hablábamos de Radiohead…) no es un dato menor. La perfección y la pureza de los sonidos, la mezcla, la orquestación: todo hace a una atmósfera sin igual. “¿Cómo podría este amor/ siempre mudable/ de una vez fijarse en mí?/ ¿Cómo podría este amor/ siempre cambiante/ al fin cambiar mi sentir?“

Si alguna vez me separo heavy me gustaría que mi (ex)novia me escribiera una canción como “Lost cause”: “tus ojos lastimeros/ me llegan hasta los huesos/ me hacen difícil/ dejarte sola”. O como “End of the day”, un acorde para el verso y un break instrumental casi infantil; y después el estribillo demoledor que está más arriba.

La instrumentación es bastante acústica. La orquesta está en su justo lugar: brilla en “Paper tiger”, una de las más despojadas y sobresalientes del disco, asusta en “Round the bend” y sostiene “Lonesome tears”. Ahí está también la banda de sesionistas, siempre ajustada, con la que trabaja desde Mutations: Justin Medal-Johnsen, Joey Waronker, Smokey Hormel, Roger Manning, James Gadson y Jason Falkner, además de Godrich en teclados. Algunas canciones se parecen (los inicios de “The golden age” y “Guess I’m doing fine”), pero qué le vamo’ a hacer…

Después de la fiesta de Midnite vultures, con la fruta que no existe y los freaks de Hollywood, nos tiró con este disco. Eso es un artista de los 2000 (a pesar de que en los 90 también se destacó). Bueno, hubo una separación de por medio, se sabe (“son solo mentiras lo que estoy dejando/ son solo lágrimas lo que estoy llorando/ sos solo vos lo que estoy perdiendo/ supongo que estoy bien”). Pero Sea change nos prueba que Beck sigue siendo, en la actualidad, uno de los músicos más creativos y polifacéticos de la década del 2000.

Rosas amarillas en el cementerio

Gabriel Orozco. Whale in the sand. 2006. Impresión color cromogénica. 40,6 x 50,8 cm.

estuve a puertas de la muerte asisití impasible al terrorismo lloré junto al cadáver de un pichón nunca entendí a los profesores las fechas los oráculos durante un tiempo desmonté piedra a piedra los aires del lirismo cuando alcé la cabeza me reí en especial y en general pensando en la tormenta lo serio que iba a suceder Juan Gelman, «Situaciones» (Perros célebres vientos, 1963/ Cólera Buey, 1971)

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Estoy escuchando mucha música electrónica. Me di cuenta con Lust for life de Iggy Pop, que dura 41 minutos, y cuando terminó dije «uy, ¿ya está?» Claro: vengo escuchando sets y mixes que duran, mínimo, 70 minutos. La otra vez por ejemplo escuché el de James Zabiela cuando vino a Pachá en julio de 2002: 1 hora 58 minutos, al hilo. Ayer escuché uno de Richie Hawtin y Dubfire que me bajé de la página de M-nus: tranqui, 72 minutos. Y mi amigo Nico me pasó el de Sasha y Digweed en la Southfest de 2005: 4 horas 10. Estoy en eso.

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Qué buen tema «Turn blue». Sí, la verdad que Iggy era groso. Yo lo vi acá cuando vino con los Stooges en 2006. Algún día voy a subir la crítica en la sección «Rescate emotivo»: la tengo escrita para una revista que nunca salió.

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Beck tiene razón: la vida es una mierda y ya no se pueden llorar lágrimas en soledad. Sea change sí que es un disco triste. Mutations era tranquilo y country pero tenía temas arriba: «Lazy flies», «Cold brains» más o menos. Este son todos depre: «se ven luces a lo lejos/ pero son distantes y pocas/ Y el sol no brilla/ ni siquiera cuando es de día»; «las almenas están vacías/ y la luna se acuesta en el atardecer/ Rosas amarillas en el cementerio/ no tengo tiempo para verlas crecer». Es un disco bien de días lluviosos. Yo pensaba que Mutations era el disco para días de lluvia: Sea change le ganó.